domingo, 2 de enero de 2011
Las series de TV sobre criminalística entorpecen a los jueces

Los
crímenes en las series televisivas se resuelven de un plumazo. La
mayoría, en menos de 40 minutos. Una marca de carmín o una huella en un
trozo de cristal, y listo: el asesino está perdido. El problema viene
cuando Grissom y compañía, aparte de cazar a psicópatas, se entrometen
en el trabajo de abogados, fiscales y jueces en la vida real. Si los
profesionales del Derecho esperan pruebas más concluyentes que las que
los forenses pueden obtener, la jerga criminológica lo denomina efecto CSI. Pero, ¿existe?
El semanario británico The Economist publicó
en abril un reportaje en el que citaba el trabajo de Evan Durnal, del
departamento de Justicia de la Universidad Central de Misuri. Entre
otras conclusiones, Durnal afirma que los fiscales cada vez pasan más
tiempo explicando a los jurados por qué una prueba no es relevante.
Según él, los jurados creen poseer conocimientos científicos por la
televisión.
Miguel Orós, médico forense de la Audiencia Provincial de Barcelona, afirma que el efecto CSI
se cuela en los juicios. Y también en España. "Los jurados son gente
de la calle y ven estas series. Están influenciados. Pero muchas veces
son peores los abogados. Piden una avalancha enorme de pruebas vengan a
cuento o no, contagian a sus clientes y alargan el proceso".
Las
unidades policiales especializadas nacieron en EE UU a raíz del
fracaso judicial en el caso del ex jugador de fútbol americano O. J.
Simpson. Así fue como surgieron las series sobre cuerpos como el CSI.
Los guiones realistas del principio dieron paso a tramas dramatizadas y
fantásticas. Así, el doctor Orós calcula que "alrededor del 40% de las
técnicas científicas que aparecen en las series no son posibles en la
actualidad".
Un policía científico
de Barcelona que prefiere no revelar su nombre dice confiar en la
profesionalidad de los jueces, aunque matiza que su formación no es
científica. "Los abogados les pueden meter un gol. Están formados, pero
hasta un cierto nivel. Eso sí; el juez, con buen criterio, siempre se
deja asesorar".
Este CSI, habituado a
participar en juicios, relata una anécdota relacionada con la petición
de pruebas irrelevantes: "Una vez nos pidieron que reconstruyéramos la
caída de una persona para un supuesto caso de homicidio. Había que
conseguir un muñeco de 80 kilos y subirlo a un quinto piso. Estaba muy
bien, pero carecía de efectividad. Nosotros no tenemos medios técnicos
suficientes para esas pruebas. Recuerdo que contesté que en la SEAT
tenían maniquíes de prueba de choque muy buenos".
Douglas J. Levy, de la publicación jurídica Michigan Lawyers Weekly, reconocía en un artículo de finales del año pasado -La televisión no es la culpable del efecto CSI- que acusar a las series de temática criminal era una visión demasiado simplista. "Los que ven series como CSI
no exigen más pruebas que aquellos que no las siguen para determinar
que alguien es culpable", resumía. Francisco Viñals, codirector del
máster en Criminalística en la Universidad Autónoma de Barcelona,
coincide con la visión de Levy: "Son muchos inputs. Las series, pero también Internet, la prensa, las novelas. Pedir una pericial caligráfica ha dejado de ser ciencia-ficción".
Virginia
Galera y Carmen Figueroa dirigen el doctorado en Criminalística en la
Universidad de Alcalá de Henares. Galera, antropóloga física y fanática
de CSI Las Vegas y Mentes criminales, opina que el efecto CSI
no perjudica. Más bien todo lo contrario. "Las instituciones y el
Gobierno se interesan más por los proyectos de investigación y es mucho
más fácil conseguir dinero para financiarlos".
Figueroa,
profesora titular de Derecho Penal, duda de que afecte en España: "El
peso del jurado es mucho menor al que tiene en EE UU. A un lego en
Derecho le puede influir, pero no a un profesional. Además, la
jurisprudencia le da un valor muy importante a las pruebas científicas
de laboratorio. No hay intereses ocultos y su valor es objetivo en un
99,9%. No se discuten".
El boom
de las series de forenses fue una bendición para Marta Saloña. Hasta
ese momento, esta entomóloga de la Universidad del País Vasco sufría
mucho para hacerse entender. "Colaboro con patólogos forenses en
procesos judiciales y tenía que emitir informes muy detallados". Tras CSI,
todo fue a mejor. "A los jueces les suena lo que les digo. Me
entienden". Incluso la universidad le va a construir un espacio para la
cría de insectos. Y se lo debe a Grissom.
Las seis vertientes del 'efecto CSI'
Simon A. Cole y Rachel Dioso Villa, del diario especializado Stanford Law Review, distinguieron, en 2009, hasta seis variantes del efecto CSI, según quién sea el afectado.
- En jurados. Se creen expertos en ciencia por las series
y aumentan por ello el número de absoluciones.
- En fiscales. Si
entienden que el jurado puede estar influenciado, pueden ocupar más
tiempo cuestionando sus hábitos televisivos que estudiando el caso en
cuestión.
- En abogados defensores. Lo opuesto al jurado. Confían demasiado en las pruebas y elevan los procesamientos.
- En productores televisivos. Han dotado al efecto CSI tradicional de un componente divulgador que, en ocasiones, implica una democratización indebida de la ciencia.
- En educadores. Lo ven positivo porque aumenta el número de alumnos que quieren hacer carreras científicas.
- En policías. Según los autores, es frecuente que los criminales vean estas series. Gracias a ellas, emplean lejía
y guantes para no dejar huellas en la escena del crimen.
Santiago Gimeno (El Pais).extraido del blog de: El Archivo del Crimen de manuelcarballal.blogspot.com.ar